¿SABES CONFESARTE?

 

            Cuenta san Juan en el capítulo 20 de su evangelio que, en la tarde del Domingo de Resurrección,  Jesucristo dio a sus apóstoles el poder de perdonar los pecados a los bautizados:

 

      Por eso, quienes pecamos después del bautismo, tenemos la gran suerte de poder recibir el perdón de Dios, siendo lavados interiormente, ya no con agua, sino con lágrimas, es decir, insertando nuestro dolor en el misterio de la Muerte y Resurrección de nuestro Salvador a través de este sacramento de la Reconciliación y Penitencia, que es el sacramento del perdón,  la paz y la alegría.

           

Para facilitar la práctica de este sacramento, se incluyen a continuación dos documentos: