Queridos feligreses, internautas y vecinos de nuestra parroquia de “María Inmaculada y Santa Vicenta María”, sed bienvenidos.
Vale la pena mostrar a nuestro barrio, a los nuestros, que una Parroquia es un lugar privilegiado de comunión. En ella se entrecruzan las más diversas vivencias, aprendizajes, edades, oportunidades, iniciativas... que tienen una única clave de comprensión: la fe celebrada, creída, vivida y orada.
También nos mueve la esperanza de que todo tiene mucho más gusto del que somos capaces de darle con nuestra dedicación. Y, finalmente, la caridad que madura como el fruto precioso del paso de Dios por nuestra existencia.
Aquí, los habituales, los que nos vemos a menudo en la Iglesia y por el barrio, hemos, si podemos, de colaborar con la vida de nuestra comunidad. Esto nos obligará, como gusta decir al Santo Padre, a bajar del balcón de la comodidad para preguntarnos: ¿Y yo, qué puedo hacer? Otros, pasados los años de la gran actividad, podréis admirar de qué modo la Parroquia sigue siendo una tierra fecunda, un gran jardín cuidado por la Divina Providencia.
"Contad al pueblo todo lo referente a esta vida nueva"
(Hch 5,20b).
Aquí tendrás una muestra de ello.
Cordialmente, Manuel Sánchez Velasco, Párroco
"Mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió"
Lectura del santo evangelio según san Lucas 9, 28b-36
En aquel tiempo, Jesús tomó a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto del monte para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió y sus vestidos brillaban de resplandor. De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su éxodo, que él iba a consumar en Jerusalén. Pedro y sus compañeros se caían de sueño, pero se espabilaron y vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. Mientras estos se alejaban de él, dijo Pedro a Jesús:
«Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí! Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». No sabía lo que decía. Todavía estaba diciendo esto, cuando llegó una nube que los cubrió con su sombra. Se llenaron de temor al entrar en la nube. Y una voz desde la nube decía:
«Este es mi Hijo, el Elegido, escuchadlo».
Después de oírse la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por aquellos días, no contaron a nadie nada de lo que habían
visto.
Palabra del Señor.
De interés:
Si quieres ver más vídeos sobre las intenciones del Papa los encontrarás en Youtube