Queridos feligreses, internautas y vecinos de nuestra parroquia de “María Inmaculada y Santa Vicenta María”, sed bienvenidos.
Vale la pena mostrar a nuestro barrio, a los nuestros, que una Parroquia es un lugar privilegiado de comunión. En ella se entrecruzan las más diversas vivencias, aprendizajes, edades, oportunidades, iniciativas... que tienen una única clave de comprensión: la fe celebrada, creída, vivida y orada.
También nos mueve la esperanza de que todo tiene mucho más gusto del que somos capaces de darle con nuestra dedicación. Y, finalmente, la caridad que madura como el fruto precioso del paso de Dios por nuestra existencia.
Aquí, los habituales, los que nos vemos a menudo en la Iglesia y por el barrio, hemos, si podemos, de colaborar con la vida de nuestra comunidad. Esto nos obligará, como gusta decir al Santo Padre, a bajar del balcón de la comodidad para preguntarnos: ¿Y yo, qué puedo hacer? Otros, pasados los años de la gran actividad, podréis admirar de qué modo la Parroquia sigue siendo una tierra fecunda, un gran jardín cuidado por la Divina Providencia.
"Contad al pueblo todo lo referente a esta vida nueva"
(Hch 5,20b).
Aquí tendrás una muestra de ello.
Cordialmente, Manuel Sánchez Velasco, Párroco
"Bendito el que viene en nombre del Señor"
EVANGELIO
Mateo 21, 1-11
Cuando se acercaban a Jerusalén y llegaron a Betfagé, en el monte de los Olivos, envió a dos discípulos diciéndoles:
«Id a la aldea de enfrente, encontraréis enseguida una borrica atada con su pollino, los desatáis y me los traéis. Si alguien os dice algo, contestadle que el Señor los necesita y los devolverá pronto».
Esto ocurrió para que se cumpliese lo dicho por medio del profeta: «Decid a la hija de Sión: "Mira a tu rey, que viene a ti, humilde, montado en una borrica, en un pollino, hijo de acémila"». Fueron los discípulos e hicieron lo que les había mandado Jesús: trajeron la borrica y el pollino, echaron encima sus mantos, y Jesús se montó. La multitud alfombró el camino con sus mantos; algunos cortaban ramas de árboles y alfombraban la calzada. Y la gente que iba delante y detrás gritaba: «¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!». Al entrar en Jerusalén, toda la ciudad se sobresaltó preguntando: «¿Quién es este?». La multitud contestaba: «Es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea». quién le ha abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos. Preguntádselo a él, que es mayor y puede explicarse».
Sus padres respondieron así porque tenían miedo los judíos; porque los judíos ya habían acordado excluir de la sinagoga a quien reconociera a Jesús por Mesías. Por eso sus padres dijeron: «Ya es mayor, preguntádselo a él». Llamaron por segunda vez al que había sido ciego y le dijeron: —«Confiésalo ante Dios: nosotros sabemos que ese hombre es un pecador». Contestó él: —«Si es un pecador, no lo sé; sólo sé que yo era ciego y ahora veo». Le preguntan de nuevo: —«¿Qué te hizo, cómo te abrió los ojos?». Les contestó: —«Os lo he dicho ya, y no me habéis hecho caso; ¿para qué queréis oírlo otra vez?; ¿también vosotros queréis haceros discípulos suyos?». Ellos lo llenaron de improperios y le dijeron: —«Discípulo de ése lo serás tú; nosotros somos discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios, pero ése no sabemos de dónde viene». Replicó él: —«Pues eso es lo raro: que vosotros no sabéis de dónde viene y, sin embargo, me ha abierto los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, sino al que es religioso y hace su voluntad. Jamás se oyó decir que nadie le abriera los ojos a un ciego de nacimiento; si éste no viniera de Dios, no tendría ningún poder». Le replicaron: —«Empecatado naciste tú de pies a cabeza, ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros?». Y lo expulsaron. Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo: —«¿Crees tú en el Hijo del hombre?». Él contestó: —«¿Y quién es, Señor, para que crea en él?». Jesús les dijo: —«Lo estás viendo: el que te está hablando, ése es». Él dijo: —«Creo, señor». Y se postró ante él. Jesús añadió: —«Para un juicio he venido ya a este mundo; para que los que no ven vean, y los que ven queden ciegos». Los fariseos que estaban con él oyeron esto y le preguntaron: —«¿También nosotros estamos ciegos?». Jesús les contestó: —«Si estuvierais ciegos, no tendríais pecado, pero como decís que veis, vuestro pecado persiste». Palabra del Señor.
De interés:
Si quieres ver más vídeos sobre las intenciones del Papa los encontrarás en Youtube